jueves, 23 de enero de 2014

JUNTOS, COMO HERMANOS, PARA ENTREGARSE A CRISTO (2ª Parte)



Oración y servicio
El año de noviciado además de vida fraterna y comunitaria, ha sido un verdadero retiro espiritual. El profundo contacto con Dios por  medio de la oración, momento constante e intenso en la vida del noviciado, nos ha hecho experimentar una gran intimidad con Jesús. Este tiempo dedicado a la oración ha reforzado nuestra opción de vida, nos ha hecho más capaces de amar a Dios, sirviendo a los más pobres y abandonados, pero sobretodo nos ha hecho comprender la belleza del amor de Dios, manifestado en modo particular en Cristo Crucificado, amor partido por cada uno de nosotros y por toda la humanidad.

Cada día hemos participado en el sacrificio eucarístico, alimentándonos del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, buscando de hacer presente en nuestra vida el misterio che se realiza en el altar. La adoración y el Santo Rosario, que hemos tenido el gran privilegio de recitar sea delante de la Urna de San Jerónimo presente en el Santuario, sea subiendo la Escalera Santa, han sido formas de mantenernos siempre en intima unión con Dios. La Liturgia de las Horas, como ofrenda de nuestra alabanza y colaboración a la edificación de la Iglesia, ha estado un modo de consagrar y confiar al Señor toda nuestra jornada. Frecuentar el Sacramento de la Reconciliación nos ha revelado el amor misericordioso del Padre, nos ha hecho más humildes y siempre más confiados en la infinita bondad de Cristo, al que hemos descubierto como nuestro Salvador y no Juez.

Otra dimensión importantísima de nuestro noviciado ha sido la instrucción de cada día. Bajo la guía del padre maestro, padre Mino Arsieni, por quien manifestamos una gran gratitud y admiración, hemos recorrido con un gran entusiasmo y profundidad, la historia de San Jerónimo y de la Congregación Somasca; hemos estudiado las Constituciones y Reglas, estas de gran importancia para cada religioso somasco, medio auténtico que conduce a una vida plena y fiel en el seguimiento de Jesucristo, y que, si vividas con radicalidad, permiten hacer nuestra vida más libre y gozosa, para entregarnos totalmente a Diso, sirviéndolo en los hermanos y para vivir únicamente del amor y de la providencia divina.

Durante este año hemos tenido la gracia de conocer más de cerca algunas obras somascas en Italia y gracias a la diversidad de proveniencia, a través del intercambio de nuestras realidades y experiencias, también aquellas del resto del mundo. Queremos ahora compartir con vosotros aquellas que hemos tenido más cerca y en las cuales hemos podido conocer mejor la característica de la misión somasca. En Somasca son tres las comunidades educativas en las que hemos llevado a cabo nuestro apostolado con los niños y los adolescentes: “Ca’ Miani”, “Villa Santa Maria” y “Alla Cascina”. Con ellos hemos tenido el inmemso placer de poder compartir algunos momentos de la vida cotidiana, acercándonos y dejándonos tocar por las historias personales de los niños y los adolescentes que aquí son acogidos como en una familia. Otra experiencia apostólica que nos ha marcado muy profundamente a todos, ha sido la comunidad “La Sorgente”, en la ciudad de Como, donde son acogidas personas afectadas por el SIDA.

Ver a Cristo en los hermanos
Todas estas son experiencias que nos han marcado profundamente, porque en cada una de ellas hemos encontrado el rostro de Cristo, que se nos ha revelado en cada niño, en cada adolescente y persona, en cada herida y en cada historia que hemos tenido la gracia de conocer y compartir por un breve espacio de nuestra vida. En particular, en la comunidad “La Sorgente” los adolescentes nos han enseñado a amar de manera única la vida,  y a afrontar cada obstáculo con el coraje  y las ganas de no pararse nunca. Con ellos hemos establecido una relación de confianza y de fraternidad y hemos podido experimentar el céntuplo del amor entregado.

Estamos todos muy agradecidos a cada uno de ellos, en particular a L., que ha sido para nosotros un símbolo de cómo se pueda tener todavía la fuerza de sonreír a la vida, a pesar de ver como se apagaba día tras día.

Devoción, trabajo y caridad
La devoción, el trabajo y la caridad son el fundamento de la espiritualidad somasca. San Jerónimo los ha vivido de manera radical en primera persona y ha querido que fuesen las columnas de su obra. Gracias a este año de noviciado hemos podido experiméntalo también nosotros en primera persona y ahora estamos deseosos de quererlo imitar en el seguimiento de Cristo Crucificado, en el servicio de los más pobres y abandonados, en el amarnos entre nosotros y así contribuir a “conducir a la Iglesia al tiempo de los apóstoles” reforma che él tanto ansiaba en su corazón. Es cierto que todavía tenemos mucho camino por recorrer, pero ahora estamos contentos de poderlo comenzar juntos, con la gracia de Dios, emitiendo la Profesión Religiosa de los Consejos evangélicos de Castidad, Pobreza y Obediencia en la Orden de los Clérigos Regulares de Somasca (Padres Somascos).

¡Ahora ya está todo listo! El próximo sábado 25 de Enero de 2014, fiesta litúrgica de la Conversión de San Pablo, en el Santuario de San Jerónimo Emiliani, en Somasca, celebraremos la Santa Misa en la que emitiremos nuestros primeros votos en la Familia Somasca, en las manos de nuestro querido Padre General, Padre Franco Moscone.  


Traducido de un artículo publicado en la Revista del Santuario de San Jerónimo Emiliani de Somasca
Año XCV-Nº 496-Octubre/Diciembre 2013
pp. 19-21

martes, 21 de enero de 2014

JUNTOS, COMO HERMANOS, PARA ENTREGARSE A CRISTO (1ª Parte)



La Escalera Santa de Somasca, podría ser una buena metáfora para representar nuestro año de noviciado. El recorrerla, peldaño tras peldaño, es símbolo de quien se quiere empeñar a vivir la configuración a Cristo Crucificado. Es sin duda un recorrido pesado, pero que te enseña a descubrir cual sea la verdadera alegría, que te enseña a mirar siempre hacia arriba, allá donde está el Cristo Crucificado que te espera en el punto más alto con su mirada de amor que te consuela y te da la fuerza para retomar el camino. Con la certeza de que estamos respondiendo con fidelidad a la llamada de Dios, hemos llegado al final de esta cuesta, no al final de nuestro camino, que todavía es largo. Con la gracia del Señor Jesús hemos recorrido nuestro año de Noviciado, aprendiendo a seguir el camino del Crucificado, despreciando el mundo con buen sentido, amándonos el uno al otro, y sirviendo a los pobres.

El noviciado marca el inicio de nuestra vida en la Congregación y nos incorpora al interno de la Familia Somasca. Este nos prepara al seguimiento total y auténtico de Cristo, según la espiritualidad somasca, según el ejemplo de San Jerónimo Emiliani, nuestro Padre y Fundador. Estamos llamados a servir a los más pobres y abandonados como don y entrega de nosotros mismos a Dios.

¡Cuantas experiencias hermosas nos ha dado este año de noviciado, cuantas personas, religiosos y laicos, que nos han ayudado a vivir y a comprender el carisma somasco, manifestado en el ejercicio de la paternidad de Dios, a través de las distintas líneas de acción! Antes de presentároslas queremos compartir con vosotros otro aspecto muy importante para nosotros: el nuestro estar juntos como hermanos reunidos en el santo nombre del Señor.

Nueva familia de fe
La acción del Espíritu Santo nos ha reunido en Somasca como nueva familia de fe. Tenemos la certeza que nuestro noviciado estaba ya desde siempre en el corazón de Dios y que nuestro estar juntos es fruto y deseo de Su Voluntad. En efecto ¿cómo sería posible pensar que cinco jóvenes, provenientes de distintas partes del mundo (Australia, Brasil, El Salvador e Italia) de diversas culturas, pudiesen estar juntos en Somasca viviendo según el ejemplo de San Jerónimo, siguiendo a Cristo Crucificado? Nuestra vida está marcada por este proyecto de Dios, que nos ha querido juntos como hermanos, viviendo la vida comunitaria somasca, que es una llamada a ir creciendo cada día en la caridad, con humildad, mansedumbre y paciencia, amándonos, perdonándonos mutuamente y haciéndonos don el uno para el otro.

El compartir nuestras historias personales, a través de momentos informales de trabajo, bromeando entre nosotros, sonriendo y disfrutando de la alegría de nuestra juventud, ha estado enriquecido de la Lectio Divina cada jueves, la cual nos ha ayudado a ir sintiéndonos cada día más familia, porque delante de Dios hemos experimentado la alegría de la fraternidad a través de la gracia del Señor. 


Traducido de un artículo publicado en la Revista del Santuario de San Jerónimo Emiliani de Somasca
Año XCV-Nº 496-Octubre/Diciembre 2013
pp. 19-21